lunes, 12 de diciembre de 2011

LOS DIAS MAS FELICES FUERON Y SERAN PERONISTAS............



Primero fueron las minorías que escapaban del hambre de Europa. Gente curtida cargada de esperanzas, atraídas por los deseos de encontrar un lugar en el mundo que les diera la oportunidad de una vida que mereciese vivirse.
La discriminación, el maltrato, el hacinamiento, la explotación y las injusticias curtieron, aún más, a los curtidos. Desde la injusticia social comenzaron resistir. Anarquistas y Socialistas fueron poniendo el sello y la lucha a los nacientes sindicatos. El pueblo asomaba tímidamente detrás de algunos dirigentes populares pero las oligarquías conservadoras y los dueños de campos y haciendas imponían sus conveniencias entre marchas militares y fraudes electorales.
La noche dio paso al día, así nace un gobierno representado por un líder carismático que interpreta las necesidades de los invisibles, masas postergadas y anónimas se suman a quien los reconoce. Una marea de votos acompaña los deseos de una vida con dignidad, con igualdad, con inclusión. Una mujer, compañera y revolucionaria, les da la oportunidad de votar a otras tantas mujeres. Nace el peronismo, el de Perón, el de los grasitas, el de los cabecitas negras, el de los obreros, el peronismo de los trabajadores.
Con voluntad de cambio y amor por los pobres, se decreta el “estatuto del peón”, “los derechos del trabajador”, “los derechos de los ancianos”, “los “convenios colectivos de los trabajadores”, la Ley de “Vivienda Obrera”, el “sueldo anual complementario”, la creación de la “Justicia del Trabajo”, el “Régimen Jubilatorio”. Se reglamentan las condiciones del trabajo y el descanso anual. Se crea el Ministerio de Educación, se cancela la deuda externa. Nace el derecho a vivir dignamente, nace el mito y el ejemplo a seguir.
Los poderes retrógrados no se rinden. Los días más felices son bombardeados por los enemigos de lo popular. La prensa canalla se encarga de la campaña difamatoria. La Iglesia aporta la feligresía pacata. El “campo”, sus legiones conservadoras y apátridas. Los militares sus bombas y los masacrados en Plaza de Mayo. Indefensos.
Comienza otra larga, eterna etapa de injusticias, para los trabajadores. Las oligarquías asaltan el poder una vez más, como siempre. Sangre y fuego son sus argumentos, la riqueza del país su motivación, las mayorías populares sus víctimas.
Dictadura militar, proscripción, gobiernos títeres ilegítimos, muertes y secuestros caracterizan a los usurpadores. La subversión económica, la voracidad, la falta de escrúpulos, la mentira, es apañada y escondida por los medios que, para ello inventan la “libertad de expresión” y la “prensa independiente”. Desde allí justifican su complicidad con los chacales que desguazan el país en beneficio de unos pocos. Se adueñan de la palabra, del papel, del discurso.
Los procesos de liberación tienen sus tiempos y necesitan sus líderes, pero son imparables en el curso histórico .Nuevamente la noche da paso al día y Néstor Kirchner irrumpe silenciosamente, como pidiendo permiso, pero decidido a gobernar desde sus convicciones, que arrancan en su época de estudiante. Que comparte con su compañera. Convicciones que fueron y son bandera de quienes militamos en el Campo Nacional y Popular. Esas que creímos utopías y hoy son realidades. Esas que eran consignas echas cánticos. Esas que los “pibes para la liberación” exhiben en cada acto.
Cristina arrasó en las elecciones porque mantuvo intactas las mismas, a pesar de todo. Hoy se cubren las necesidades de nuestros abuelos, se ayuda a las madres solteras, se les otorga la AUH a los más necesitados, se democratiza la palabra, se defienden los derechos humanos, salimos del default al que nos llevaron las políticas de entrega, liquidamos al FMI y sus recetas de miseria y atraso.
Hoy tenemos Justicia Social, Soberanía política e Independencia Económica.
Hoy gobierna Cristina, esa compañera. Hoy salió el sol y vivimos los días más felices. Nuevamente.

viernes, 9 de diciembre de 2011

ANSIEDAD.............

ANSIEDAD...................
de Raul A. Ludueña

Ansiedades. Básicas. Elementales, de manual. Tipificadas. Las que sufren todos los mortales en distintos momentos de la vida.
Ansiedad paranoica, esa que nos llena de miedos. Esa que hace que veamos enemigos listos para una ofensiva, un combate, una agresión que nos destruya. Esa que nos pone en alerta por posibles ataques, inesperados, fantaseados.
Esa que padecen periodistas de renombre, no buenos, no independientes, de renombre solamente. Los que sirven al Gran Diario Argentino, los tarifados, los temerosos, los que acatan que decir o que callar. Los que ven fantasmas temerarios donde tan solo hay mayorías excluidas que se corporizaron gracias a un proceso de inclusión.
Escribe un ducho en el cómo decir. “El gobierno soy yo” interpretando lo que la presidenta estaría diciendo, de acuerdo a las designaciones ministeriales. Intenta que parezca autoritaria.
Si, el gobierno es ella, así queremos que sea, para eso la votamos. Así concebimos al gobierno; con la autoridad que le otorga el alud de votos recibidos, por más que ese escribidor pretenda ensalzar a ministros anteriores en desmedro de los que asumieron.
Según el escribiente de marras, Rafael Bielsa, Roberto Lavagna y Alberto Fernandez eran de un “talla” que les daba autonomía, razón por la cual tuvieron que emigrar.
Sin ánimo de comparar, tanto unos como otros acataban y acatan las decisiones del ejecutivo, como corresponde a quienes participan en un proyecto colectivo. Pretende autonomía; raro reclamo de un “servidor” rentado y obsecuente. ¿La tendrá el frente al CEO del multimedios que le paga el salario? Dudo.
Está la otra, la ansiedad depresiva. Esa que genera el miedo a la pérdida. Perdida del poder que otorgan los dueños de los capitales, de la tierra, de la palabra, de la historia. Poder que los cobijó a cambio de obsecuencia y colaboración en turbios negociados. Los aterra el poder del pueblo en el Congreso para sacar leyes en desmedro de los capitales especulativos, para repartir la renta de manera mas justa, para democratizar la palabra, para achicar los monopolios, para recuperar la plata de los jubilados en manos de la usura, eso es lo que temen.
Ya lo dijo Prat Gay: “Con estos retoques no cambia nada”. Evidente, Prat, nada cambiará .Sólo sintonía fina y profundización del modelo. Ese modelo que nos muestra como ejemplo entre las Naciones que se desbarrancan al ritmo que el neoliberalismo le imprime a las economías de manera asfixiante.
Temen perder privilegios a cambio de justicia social, perder gerentes en empresas que se manejan impunemente a manos de gerentes puestos por el Estado, como marca la ley. Miedo a no poder asesorar más a dueños de capitales fantasmas en los paraísos fiscales. Esos son los miedos, no otros. Miedo a un gobierno que llegó a la Casa Rosada y mantiene las convicciones, adentro, sin dejarlas en la puerta.
Está la otra ansiedad, la confusional. La que, según Pichón Riviere, aparece cuando las dos primeras se alternan vertiginosamente. Ahí comienzan los conflictos de los opositores; se sienten confundidos, alterados. No diferencian lo bueno de lo malo. Se les confunden las ideas, contrapuestas a las que expresaron de manera inapelable las mayorías. Sufren el miedo al ataque, a la pérdida. Piden libertad de expresión, diciendo lo que les viene en gana. Piden por las libertades individuales, haciendo lo que se les ocurra. El pueblo se expreso y ellos tiemblan con una sensación de pánico.
Disociar, disociar, disociar claman las psiquis alteradas. Este gobierno es malo, es una dictadura, los hombres libres debemos unirnos en defensa de nuestros derechos antes que sea tarde.
Atacan la libertad de expresión, a la iglesia, al campo. Son chavistas, Montoneros. ¿Nadie reacciona? ¿Qué esperan? ¿Dónde están los militares?
Ansiedades. Básicas. Elementales, de manual. Tipificadas. Las que sufren  todos los mortales en distintos momentos de la vida.
En estos casos es bueno tener un psicoanalista a mano…………



viernes, 2 de diciembre de 2011

EL ELEGIDO DE LOS REPU...BLICANOS.........



Juan Carlos Paulina
Carta publicada hoy en Diariosobrediarios.com.ar sobre el "republicano", periodista "impoluto" y profesor universitarioa Dr. Mariano Grondona


Sr. Director:


Los archivos son peligrosos


El censor Mariano Grondona


En 1962 yo –como simple cronista-- estaba haciendo trabajos de cierre de páginas en el taller gráfico del diario Clarín. El miércoles 19 de septiembre proseguía la crisis política con reuniones de militares “azules” en Campo de Mayo mientras el presidente impuesto se debatía bajo las presiones de los militares “colorados”, que en gran parte lo rodeaban junto con funcionarios del mismo sector, más antiperonistas que los otros.


Al anochecer el diario cerraba su edición del día 20, con guardias organizadas para abrir últimas ediciones hasta las tres de la madrugada. De pronto, llegó una orden desde el Ministerio del Interior, que estaba a cargo del doctor Rodolfo Martínez, para que se interrumpiera el proceso de impresión hasta que se hiciera presente un funcionario encargado de supervisar los textos que se irían a publicar. Esta era una medida insólita, aun dentro de las insólitas situaciones que se presentaban esos días, con brigadas de tanques y de artillería desplazándose por zonas del Conurbano, entre la curiosidad y la expectativa de la población.


Ante este anuncio, el propio jefe de la redacción Luis Clur se pronunció a viva voz delante de la mesa de media docena de prosecretarios que lo secundaban: “¡Esto es censura previa, prohibida por la Constitución!”


Hubo nerviosas consultas y hasta se lo llamó por teléfono al doctor Roberto Noble, director del diario que estaba ya en su casa, quién dispuso se acatara la orden gubernamental. Pese a sus públicas y permanentes manifestaciones en pro de la libertad de prensa, siempre eran notorias sus definiciones hacia actitudes prudentes y de no confrontación con las autoridades de turno, procedimientos que justificaba como “defensas de la fuente de trabajo” (en su autobiografía) para muchos trabajadores.


A las 21:30 llegó al diario un joven delgado y elegante, que primero entrevistó a los directivos a cargo y luego fue llevado hasta un recinto anexo al taller, que entonces se encontraba vecino a la gran oficina de redacción (o “cuadra”, con cierta connotación turfística). El visitante no sabía leer las galeras elaboradas por las linotipos y menos las páginas armadas dentro de marcos metálicos, llamadas ramas, donde estaba alistado (y como sellos inversos) el contenido a publicarse, cosa que originó ironías y bromas de parte del personal gráfico.


También entre los redactores y jefes encargados del cierre de la edición hubo alguna resistencia ante el desconocimiento y la incomodidad del joven funcionario, pues en determinado momento había llegado a argumentar que poseía cierta experiencia periodística. Finalmente, y amparado en su función, el encargado de censurar la edición superó sus limitaciones y requirió que se le brindaran pruebas de página de la sección dedicada a informar sobre la situación política. Uno de los veteranos operarios gráficos procedió entonces a entintar con un rodillo las páginas de plomo para colocar sobre ellas unas hojas de papel humedecido que presionó inmediatamente con un chato cepillo para imprimirlas. Eran unas seis o siete páginas que seguidamente le extendieron sobre una mesa para que el visitante pudiera leerlas y ejercer su supervisión.


Esta tarea le demandó casi una hora, pues no era fácil la lectura sobre cada hoja precariamente impresa, pero finalmente hubo que abrir varias páginas y retirar el material que este funcionario entendió que no eran convenientes para el ministerio que representaba. Una vez ejercida esta restricción el joven funcionario autorizó que prosiguiera el proceso de edición, ante el ceño fruncido de los periodistas y gráficos. Refunfuñando, cuando el censor se retiró, el jefe de redacción propuso que el diario apareciera dejando en blanco los artículos censurados e informando a los lectores sobre la situación ocurrida, considerada una grave violación a la libertad de prensa.


Sin embargo, primó la prudencia del director que desde su domicilio ordenó que se rediagramaran las páginas y se llenaran los espacios vacíos con avisos de relleno.
Aun en mi precoz aprendizaje del oficio periodístico y cuando me apersoné al rincón del taller en donde todavía trabajaban algunos operarios del taller, mi curiosidad hizo que levantara unos trozos de las páginas levantadas por este censor. Todavía hoy guardo esa prueba flagrante de una censura previa, ejercida a un diario argentino, que en el futuro no sería un prístino ejemplo de buen periodismo.


Para no olvidarme, anoté en ese papel algunos datos, que luego debí corregir (había puesto como fecha la del 20 de septiembre cuando en realidad el trabajo de censura había comenzado el miércoles 19). Ah, el joven funcionario que ese día ejerció censura previa en un diario se llamaba (y se llama) Mariano Grondona.


Oscar Fernández
Periodista (jubilado) matrícula nacional 3061
Ciudad de Buenos Aires
29/11/11

SIEMPRE ESTARAS EN NUESTRO CORAZÓN , COMPAÑERO........

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GRACIAS POR LO QUE NOS DISTE, SOS UN EJEMPLO A SEGUIR.......

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