Milagro chileno, “La tierra está pariendo 33 almas”, “La tierra nos devuelve la vida”.
Hermosas frases, palabras que hablan de “milagros”, horas de imágenes y comentarios, ríos de tinta hablando de esos mineros que permanecieron 70 días atrapados en la negrura de un agujero a mas de 600 metros de profundidad.
Un presidente exultante y de amplia sonrisa blanca, habla y gesticula de manera histriónica.
La felicidad inunda ese precario campamento hecho para la ocasión, imágenes de niños llorando de alegría, señoras a la espera de sus sacrificados maridos.
Parece un mundo feliz y perfecto, el hombre luchando por el hombre.
Del otro lado la vida real continúa. Miles de niños descalzos porque sus padres no pueden comprarle zapatillas, otros mueren antes del año de vida por falta de atención médica, las esposas de millones de trabajadores juntando las monedas para poner un plato de comida en la mesa.
También son chilenos, o argentinos, o uruguayos. Son trabajadores que están en un agujero que no van a dejar nunca, así murieron sus abuelos, así sus padres, así morirán ellos, en un pozo de miseria.
Ellos no tienen cámaras, ni diarios, ni entrevistas, ni nada.
Son un ejército anónimo que también quiere salir de ese pozo al que fueron condenados por leyes y patrones sin escrúpulos, y un sistema injusto a la medida de ese presidente reluciente.
No son importantes, no quedaron enterrados para ser la causa que ese presidente aumente su popularidad. Son el pueblo trabajador, simplemente, trabajadores que miran con alegría y sana envidia como la fortuna tocó a quienes hasta hace unos meses estaban condenados al olvido y la miseria como ellos…………..
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