PERDIDOS EN LA NOCHE…….
Raul Ludueña
Raul Ludueña
Es una ruta desértica, conduce a ningún lado, por esos caminos arenosos y solitarios deambulan los opositores al gobierno. Los agarró la noche .
Hasta hace un tiempo eran una murga numerosa, el oráculo les había augurado alguna chance de éxito si se unían, pero el miedo al ridículo y el egoísmo fue diezmando ese rejunte de fracasos. Pordioseros de la vieja política.
Algunos se fueron bajando después de amenazar con éxitos rotundos, otro se apuró al olvido después de intentar fraguar los resultados de elecciones provinciales, el estrés lo mandó a alimentar palomas.
El noqueador busca donde amarrar el destartalado y vetusto carromato rogando que algún desahuciado se suba.
El clon está internado, vaya momento, intentando dejar el cigarrillo o curando un estado de crispación nerviosa ya que no mueve el amperímetro de las preferencias.
Lo que se autodenominó Peronismo Federal, implosionó desparramando los pedazos por todos lados, uno espera que lo recoja Alfonsín y jura que todavía tiene un plan. Otro volvió a su partido barrial y se postula a la ciudad jugando con globos. El progresista que siempre votó con la derecha también quiere ser alcalde, la presidencia les quedó grande.
Todos saben que es el final, a ninguno le da el pinet para competir con alguna chance frente a Cristina, pero el oráculo los estimula. No tiene alternativa, desde el monopolio mediático inyecta vaticinios catastróficos.
Dicen que está sola, deprimida, rodeada de acechanzas maléficas, a merced de los sindicalistas corruptos, a punto de abandonar el barco, presionada, crispada, sin rumbo en un país que se derrumba, cercada por la mala política.
Los llamados “fanáticos” vemos otra realidad: jóvenes militando a lo largo y ancho del país, alegría en las mayorías que hoy se sienten integradas a una Nación que crece, artistas e intelectuales que se suman al proyecto del gobierno, millones que estamos convencidos que sin Cristina no hay chances de seguir creciendo. Vemos una oposición desintegrada y sin proyectos, los une la crítica sin propuestas, no se animan a decir que piensan hacer si llegaran a ser gobierno, y minorías avergonzadas que ni siquiera se animan a defender a un candidato. Trocan convicciones por descalificaciones con la esperanza que alguien vote a cualquiera menos a quien demostró capacidad de gestión.
Triste realidad que presagia la desventura para aquellos que apostaron a la descalificación como único argumento. Un futuro lleno de alegría para quienes apostamos por una argentina que nos incluya a todos.
Mientras tanto los opositores seguirán dando vueltas con sus desvencijadas carrindangas, gastadas en caminos sin futuro, buscando una salida más o menos digna en una ruta polvorienta y oscura que no los lleva a ningún lado.
Hasta hace un tiempo eran una murga numerosa, el oráculo les había augurado alguna chance de éxito si se unían, pero el miedo al ridículo y el egoísmo fue diezmando ese rejunte de fracasos. Pordioseros de la vieja política.
Algunos se fueron bajando después de amenazar con éxitos rotundos, otro se apuró al olvido después de intentar fraguar los resultados de elecciones provinciales, el estrés lo mandó a alimentar palomas.
El noqueador busca donde amarrar el destartalado y vetusto carromato rogando que algún desahuciado se suba.
El clon está internado, vaya momento, intentando dejar el cigarrillo o curando un estado de crispación nerviosa ya que no mueve el amperímetro de las preferencias.
Lo que se autodenominó Peronismo Federal, implosionó desparramando los pedazos por todos lados, uno espera que lo recoja Alfonsín y jura que todavía tiene un plan. Otro volvió a su partido barrial y se postula a la ciudad jugando con globos. El progresista que siempre votó con la derecha también quiere ser alcalde, la presidencia les quedó grande.
Todos saben que es el final, a ninguno le da el pinet para competir con alguna chance frente a Cristina, pero el oráculo los estimula. No tiene alternativa, desde el monopolio mediático inyecta vaticinios catastróficos.
Dicen que está sola, deprimida, rodeada de acechanzas maléficas, a merced de los sindicalistas corruptos, a punto de abandonar el barco, presionada, crispada, sin rumbo en un país que se derrumba, cercada por la mala política.
Los llamados “fanáticos” vemos otra realidad: jóvenes militando a lo largo y ancho del país, alegría en las mayorías que hoy se sienten integradas a una Nación que crece, artistas e intelectuales que se suman al proyecto del gobierno, millones que estamos convencidos que sin Cristina no hay chances de seguir creciendo. Vemos una oposición desintegrada y sin proyectos, los une la crítica sin propuestas, no se animan a decir que piensan hacer si llegaran a ser gobierno, y minorías avergonzadas que ni siquiera se animan a defender a un candidato. Trocan convicciones por descalificaciones con la esperanza que alguien vote a cualquiera menos a quien demostró capacidad de gestión.
Triste realidad que presagia la desventura para aquellos que apostaron a la descalificación como único argumento. Un futuro lleno de alegría para quienes apostamos por una argentina que nos incluya a todos.
Mientras tanto los opositores seguirán dando vueltas con sus desvencijadas carrindangas, gastadas en caminos sin futuro, buscando una salida más o menos digna en una ruta polvorienta y oscura que no los lleva a ningún lado.
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