LAS VOCES DEL MAS ALLA.................
de Raul A. Ludueña
Podríamos decir que nacieron con el capitalismo. O que ellos son el capitalismo, los inventores de una maquinaria aceitada para usufructuar el sacrifico de los pueblos.
Sus voces son replicadas desde los más altos campanarios del poder económico mundial. Se multiplican y rebotan en las bocas de los analistas especializados, consultores, y cuanto periodista tarifado se preste a los fines promocionales.
Son el estabishmen, la banca internacional, los banqueros, los dueños del capital concentrado en unas pocas y desconocidas manos. Las voces que no tienen ni patria ni bandera, las que confluyen en una línea de pensamiento y acción depredadora de las economías de los pueblos. Son las voces del silencio, las de ningún rostro. Usan "delegados" fieles; mercenarios convincentes, pulcros, de amplias sonrisas y pequeñas convicciones. Son esas las voces que impulsan una devaluación, la eliminación de la AUH, la vuelta a las AFJP, las pregoneras del privatizmo hacedor de millonarios. Las de los noventa y sus negociados.
También hay otras voces. Las silenciadas, la de los indignados españoles, la de los ocupas de Wall Street, la de los estudiantes chilenos o las que son apaleadas en Grecia o Portugal o Inglaterra. Las que no escuchamos, pero sabemos de sus reclamos, la de los pueblos originarios o la de todos los pueblos que claman por un justo reparto de las riquezas. Las de las masas marginadas. Las voces de las mayorías. Las de las manos callozas y espaldas sudadas.
Unas representan el imperio del capital en las sombras, son las de Goldman Sachs, las del neoliberalismo, las que nos dictan sus roídas recetas echas a medida, para ellos. Las de los países "serios", esas que exigen que se termine o nunca intervenga el “estatismo insaciable”, como ordena el Manual del Buen Liberal.
Las que piden que no se perturbe la iniciativa privada con regulaciones. Las de la libre empresa. Las que piden protección estatal, a sangre y fuego si fuese necesario, para salvaguardar las libertades individuales para amasar fortunas sin preguntas molestas sobre el origen de las mismas. La de la defensa a ultranza de la propiedad privada, las de la libre competencia en beneficio del más fuerte, del más apto o con menos escrúpulos. Las que declaman sobre la libertad para imponer las condiciones laborales. Las que detestan los derechos humanos porque eso es populismo.
Están las otras voces, las de las calles. Las del pueblo, las que representan las fuerzas del trabajo, las que se amparan en el estado protector y vigilante de sus derechos. Son las del proletariado, las de las masas carenciadas en busca de la dignidad negada. Las que piden mas inclusión, mas igualdad, mas educación para sus hijos.
Las de los que quieren profundizar el modelo, las que no quieren pibes con hambre pidiendo en las calles, la de los jubilados que recuperaron sus ahorros, las de las madres que reciben la Asignación por hijo , la de los discriminados, explotados, marginados .
Esa es la disputa desde el origen, desde el nacimiento de los tiempos. No es derecha o izquierda, es explotador y explotado. Patronales y trabajadores, Estado y control o Empresarios y libertinaje.
Hoy, desde un proyecto Nacional y Popular se está trabajando para que no exista en nuestra patria esa antinomia. Se trabaja en los puntos de conflicto, sentando en la misma mesa a los representantes de las empresas y de los trabajadores. Se controla el origen de los activos que se utilizan para la compra de Dólares, se exige que se liquiden las ganancias en el país, se asiste a los que quedaron fuera del sistema, se trabaja en la ley de tierras y el impuesto a la renta financiera.
Eso es un país serio, sin fórmulas que demostraron su fracaso en nuestras tierras y el mundo.
Hicieron falta que mas de treinta Argentinos fueran asesinados en las calles, que se decretara el Estado de Sitio, que escapara por los techos un presidente, para tomar conciencia que no se pueden recrear viejos dogmas. Aún así, hay voces que los siguen ensalzando a la espera de una recompensa.
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