domingo, 9 de noviembre de 2014

MATEN AL PERONISMO



A su muerte Perón dejo un heredero, el pueblo,  y varias herencias.  A muchas décadas de su desaparición física los deudos  se siguen disputando los beneficios acumulados por los derechos otorgados durante de años de gestión peronista; siguen discutiendo el contenido ideológicos de  la doctrina, como si  las sentencias de Perón y Evita,  que fueron banderas de lucha,  no alcanzaran para definir  el contenido ideológico- revolucionario del movimiento.  Tampoco les alcanza una doctrina clara y los tantos libros sobre acción política.
Pareciera que  los derechos otorgados a las masas populares, olvidados de la historia, no fuesen prueba suficiente para definir su matriz de pensamiento. Como si se pudiera disociar su pensamiento de esos otros pensamientos que marcaron a fuego a los “descamisados”;el  pensamientos y convicción de la compañera Evita resumidos en  una frase: “El peronismo será revolucionario o no será nada”.
Tal vez las herencias confundan a la vieja militancia que no alcanza a entender  que muchos de ellos se hicieron peronistas creyendo que participaban de un partido popular mas; otros se fueron camuflando de peronistas  para acercarse al poder y otros por puro oportunismo.
Debemos sumar,  al haber de las herencias, a  sectores de la derecha,  que de la mano del sindicalismo se arrogan su pertenencia al peronismo  evitando recordar aquello de que es revolucionario o no será. Perón  nos dejó a los montoneros y sus utopías inconclusas, Nos dejó a la Triple A asesina y confidente de los genocidas, nos dejó a la burocracia sindical. Todos ellos atrincherados durante décadas detrás del escudito y la marchita; hoy piezas de museo  que las nuevas generaciones no necesitan para ser parte de un movimiento que muta a cada instante y otorga cada día más derechos a los que menos tienen.
Dentro del abanico peronista hay sectores liberales, como el menemismo,  junto a un grupejo de políticos en retirada que lo recuerdan con cariño. Hay sectores de la Iglesia,  militares nacionalistas, empresarios devenidos en políticos y estamos los que creemos que el peronismo es un movimiento de masas que no se confunde ni arría sus banderas de lucha, nacionales y populares.
Somos un pueblo militante en marcha,  que trabaja para liberarse del yugo de los grandes capitales; de los fondos especulativos; de los  sectores agrarios golpistas y  de los medios de comunicación al servicio de intereses que buscan enriquecerse a cuestas del sudor de nuestros trabajadores.
 Eso es el peronismo, eso es el kirchnerismo, un camino hacia la liberación;  marchamos a contramano de los sectores contrarios a los derechos de los trabajadores.
De ahí que lo que se odia y combate no es un político corrupto o una medida de gobierno. La batalla es contra lo que  el peronismo representa en la persona de  la compañera Cristina; no alcanzaron los bombardeos sobre Plaza de mayo, tampoco  la muerte temprana de Eva ni el exilio del  general.  No alcanzo con  prohibir los escuditos, la marcha, las banderas o estandartes. No alcanzó con proscribirlo durante décadas. 
}Nada alcanzó ni siquiera los treinta mil detenidos-desaparecidos durante el genocidio liberal.
Alguien inesperado, desgarbado y poco afecto a los protocolos,  tomó el mando jugando con el bastón. Alguien que dejó  claro que no venía a dejar las convicciones en la puerta de entrada de la Rosada.  “Es uno más”, pensaron  los poderes de siempre, uno mas y seguiremos haciendo grandes negociados, pensaron.  Como sabemos, como es la costumbre, como marca el manual de los capitales explotadores.
Un detalle fue pasado por alto; el recién llegado era peronista de verdad.  No era un político emparentado  con la rancia burguesía terrateniente, tampoco era un neoliberal ni un pusilánime dispuesto a vender sus convicciones. La mujer que lo acompañaba pensaba como él y hoy continúa con  ese  derrotero que  marca el pueblo en su lucha por  la liberación.
Esos son  nuestros líderes, ese es el odio que despiertan, ese es el motivo que llevó a los sicarios de las palabras a escribir “viva el cáncer” o “el ataúd estaba vacío” o “esto lo organizó Fuerza Bruta.

Parece mentira, es patético y vergonzante,  pero toda esa furia destemplada al borde de la locura  la despierta Cristina.  Todo ese odio lo despiertan los pueblos que se rebelan contra los poderes concentrados.

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