A su muerte Perón dejo un heredero, el pueblo, y varias herencias. A muchas décadas de su desaparición física los
deudos se siguen disputando los
beneficios acumulados por los derechos otorgados durante de años de gestión
peronista; siguen discutiendo el contenido ideológicos de la doctrina, como si las sentencias de Perón y Evita, que fueron
banderas de lucha, no alcanzaran para
definir el contenido ideológico-
revolucionario del movimiento. Tampoco
les alcanza una doctrina clara y los tantos libros sobre acción política.
Pareciera que los
derechos otorgados a las masas populares, olvidados de la historia, no fuesen
prueba suficiente para definir su matriz de pensamiento. Como si se pudiera
disociar su pensamiento de esos otros pensamientos que marcaron a fuego a los
“descamisados”;el pensamientos y convicción de la compañera Evita resumidos
en una frase: “El peronismo será
revolucionario o no será nada”.
Tal vez las herencias confundan a la vieja militancia que no
alcanza a entender que muchos de ellos
se hicieron peronistas creyendo que participaban de un partido popular mas;
otros se fueron camuflando de peronistas para acercarse al poder y otros por puro
oportunismo.
Debemos sumar, al
haber de las herencias, a sectores de la
derecha, que de la mano del sindicalismo
se arrogan su pertenencia al peronismo
evitando recordar aquello de que es revolucionario o no será. Perón nos dejó a los montoneros y sus utopías
inconclusas, Nos dejó a la Triple A asesina y confidente de los genocidas, nos
dejó a la burocracia sindical. Todos ellos atrincherados durante décadas detrás del escudito y la
marchita; hoy piezas de museo que las
nuevas generaciones no necesitan para ser parte de un movimiento que muta a
cada instante y otorga cada día más derechos a los que menos tienen.
Dentro del abanico peronista hay sectores liberales, como el
menemismo, junto a un grupejo de
políticos en retirada que lo recuerdan con cariño. Hay sectores de la Iglesia, militares nacionalistas, empresarios devenidos en políticos y estamos los que
creemos que el peronismo es un movimiento de masas que no se confunde ni arría
sus banderas de lucha, nacionales y populares.
Somos un pueblo militante en marcha, que trabaja para liberarse del yugo
de los grandes capitales; de los fondos especulativos; de los sectores agrarios golpistas y de los medios de
comunicación al servicio de intereses que buscan enriquecerse a cuestas del
sudor de nuestros trabajadores.
Eso es el peronismo, eso es el kirchnerismo, un
camino hacia la liberación; marchamos a
contramano de los sectores contrarios a los derechos de los trabajadores.
De ahí que lo que se odia y combate no es un político
corrupto o una medida de gobierno. La batalla es contra lo que el peronismo representa en la persona de la compañera Cristina; no alcanzaron los
bombardeos sobre Plaza de mayo, tampoco
la muerte temprana de Eva ni el exilio del general. No alcanzo con prohibir los escuditos, la marcha, las banderas
o estandartes. No alcanzó con proscribirlo durante décadas.
}Nada alcanzó ni
siquiera los treinta mil detenidos-desaparecidos durante el genocidio liberal.
Alguien inesperado, desgarbado y poco afecto a los
protocolos, tomó el mando jugando con el
bastón. Alguien que dejó claro que no
venía a dejar las convicciones en la puerta de entrada de la Rosada. “Es uno más”, pensaron los poderes de siempre, uno mas y seguiremos
haciendo grandes negociados, pensaron. Como
sabemos, como es la costumbre, como marca el manual de los capitales
explotadores.
Un detalle fue pasado por alto; el recién llegado era
peronista de verdad. No era un político
emparentado con la rancia burguesía
terrateniente, tampoco era un neoliberal ni un pusilánime dispuesto a vender
sus convicciones. La mujer que lo acompañaba pensaba como él y hoy continúa
con ese
derrotero que marca el pueblo en su lucha por la liberación.
Esos son nuestros
líderes, ese es el odio que despiertan, ese es el motivo que llevó a los
sicarios de las palabras a escribir “viva el cáncer” o “el ataúd estaba vacío”
o “esto lo organizó Fuerza Bruta.
Parece mentira, es patético y vergonzante, pero toda esa
furia destemplada al borde de la locura
la despierta Cristina. Todo ese
odio lo despiertan los pueblos que se rebelan contra los poderes concentrados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario