viernes, 27 de enero de 2012

PERFUME DE MUJER...............





No hubo “puesta” en escena, tampoco globos de colores ni música estridente que finja alegría. Nadie bailó ni aconteció ridículo alguno sobre ningún escenario, los que allí estaban eran políticos de profesión y vocación, además de personalidades pertinentes al acto.
Reapareció Cristina después de veinte días, con una sencilla ceremonia acotada a unos pocos privilegiados, con la naturalidad que sólo los muy grandes suelen tener. Sin estridencias pero conciente que es ella y sólo ella el centro del universo político.
Hizo anuncios de importancia para distintas localidades, se mostró exultante, habló de todo y bajó línea para casi todos. Fue la Cristina que conocemos. Esa que brilla ante cada aparición pública, esa a la que su pueblo ama, esa que arde ante cada frase cargada de convicciones.
Como una marca registrada se paró con suficiencia frente a los micrófonos, se arregló esas “mechitas” que caen inquietas sobre su frente y saludó a “todos” y “todas”. Su sonrisa iba empalideciendo la luz del salón y se comenzaba a dibujar su silueta, que brillo ante cada sentencia. Su persona se recortaba sola y el entorno se ponía difuso. Así de grande es su personalidad.
El brillo fue aumentando la intensidad ante cada certeza lanzada como un sutil estilete a un blanco predeterminado, destinado especialmente a los curanderos que diagnosticaron desde la ignorancia profética que editaban los medios opositores. También se acordó de los ingleses y sus chistes sobre el “colonialismo” Argentino. Delicadamente fue acomodando los micrófonos para hacer las pausas, como hace siempre. También arrugó la nariz y hablaron sus ojos cuando se preguntó o inquirió con extrañeza a algún colaborador sobre definiciones que finge no recordar.
Habló del “mundo del revés”, de la desocupación, de las “avivadas”, de los monopolios. No apeló a la victimización pese a la descarnada y sistemática campaña en su contra. La crucificaron desde el primer día de su primer mandato, la maltrataron, la criticaron, usaron palabras lacerantes para quebrarla, se unieron, “los del grupo A”, en un coro vergonzante en su contra, intentando revertir lo que el pueblo eligió. Nunca derramó una lágrima. Las únicas que rodaron por sus mejillas fueron las ofrendadas a El.
Reapareció Cristina, la que nunca estuvo ausente, ya que es omnipresente en la actualidad política. Está de vuelta en la gestión, y junto con ella, está la alegría de millones de argentinos que se sienten correspondidos en su amor. Se la vio serena, feliz. Con un discurso de alto vuelo, sin ser de los mejores. Con la fuerza del que sabe cual es el destino y como llegar. Se la vio radiante, compitiendo con la tormenta solar de estos días, como en sus mejores momentos, sin fisuras. Luciendo impecable pese a la cicatriz que exhibió sin prejuicios.
Lo extraño es que todos, sin excepción, sentimos su perfume. Desde cualquier punto del país. Un perfume que no responde a fragancias de ocasión, de moda, o que pueda ser catalogado como líquido aromático que desprende olor agradable.
Su perfume es el mismo que tuvieron en su ser Juana Moro o Martina Silva de Gurruchaga , que lucharon junto a Manuel Belgrano. O Juana Azurduy que peleo embarazada de su última hija. O, mas acá en el tiempo, Evita; luchadora incansable por las causas populares.
Ese es el perfume que sentimos todos los argentinos que votamos a Cristina y que disfrutamos su reaparición pública. Perfume de MUJER, luchadora y peronista.
Simplemente...........

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